Con el transcurrir del tiempo, los terrores nocturnos se intensificaron, la sensación de que algo sucedería si salía al baño solo me convirtio en un cobarde, al punto de tener que despertar a mi hermano menor, para que me acompañara al baño.
Las sombras, los sonidos, las pesadillas no eran de todos los días, pero si sucedían en el momento menos pensado, no se si alguna vez tuve amigos imaginarios, no se lo he preguntado a mis padres, pero si me han contado que de niño soltaba lo que tuviera en la mano y salia corriendo y gritando que alguien venia por mi.
Ni siquiera podía jugar a las escondidas, porque al mínimo grito de "la mano peluda", por ejemplo, revelaba mi ubicación.
Fue hasta el año 2005, que nos mudamos nuevamente a Florencia, con mis padres y mis hermanos, que en aquella nueva casa, empezaron a suceder cosas.
Una noche, me encontraba hablando por teléfono hasta muy tarde, cuando vi a mi mamá ir a las habitaciones a revisar que sus hijitos estuvieran durmiendo, momentos después salió mi hermana de su habitación y regreso nuevamente, pero después de que mi hermana hubiese entrado a su habitación, una niña de cabello negro, sobre su cara, salió caminando muy veloz, como cuando adelantas una película y todos caminan muy rápido, ella salio del cuarto de mi hermana, y después volvió a pasar, con la misma velocidad, dirigiéndose a la puerta principal.
A pesar del impacto que me produjo, ya había empezado a perder el miedo sobre aquellas manifestaciones y me levante muy rápido de la cama para ver quien era y al salir, no había nadie.
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