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viernes, 30 de marzo de 2018

Ella y él



Ella, una mujer hacendosa, de una fuerza increíble, conservadora, de pensamiento antiguo, de valores incuestionables, una mujer que tuvo que sepultar a su esposo y a su hijo menor, actualmente tiene 76 años, reducida por una enfermedad, que le dio la vuelta a su mundo.

Él, era (porque ya no está con nosotros) un hombre amable, carismático, entregado pero sobre todo, era quien la hacía feliz a ella.

La noche anterior a qué sucediera todo, mi hermana y yo soñamos con él, y en nuestro sueño, vimos cómo fue herido por un disparo y nos despertamos con la necesidad urgente de ver a mi abuela, yo sentía que me necesitaba.

En la mañana, le quise decir a mi mamá que tenía que viajar primero que ellos donde mi abuela, cuando mi papá recibió una llamada donde se confirmaban nuestros sueños, él estaba muerto, en medio de un acto heroico impidiendo que robaran a unas docentes que le habían entregado la responsabilidad de su transporte a una zona veredal del municipio de La Plata, fueron emboscados para ser atracados, él quiso impedirlo y recibió un disparo en su espalda, que con el transcurrir de los minutos acabó con su vida.

Cuando llegué a la casa de ella, mi abuela, después de una travesía de viaje, donde había hasta olvidado mi maleta en otro carro, su rostro lo dijo todo, el dolor que sentía era indescriptible, esa noche me acosté muy tarde, en silencio, cuidando de ella.

Al día siguiente, junto a mi prima fuimos a la funeraria donde lo estaban velando, eran las 8:30 de la mañana pasadas, entramos, todo estaba en silencio y vacío, salvo por el féretro donde se encontraba, mi prima se acercó a verlo, la verdad no quise hacerlo, pues no quería reemplazar la última imagen que tenía de él, por una donde estaba en un ataúd sin vida, pero al levantar la mirada, Él se encontraba junto a mi prima, mirándola mientras mi prima lloraba, me quede sin aliento y él me volteó a ver, solo esa mirada fue suficiente para que supiera que podía verlo y que podría escucharlo.

Se acercó y para despejar dudas me preguntó si lo veía, le dije que sí, fue directo, me dijo que debía ayudarlo, que no se podía ir, porque no se había despedido de ella y su llanto y su dolor no lo dejaban ir, me contó muchas cosas, planes que tenían en el futuro, pero que se habían quedado en el olvido.

Me dirigí a casa de mi abuela por suerte con ella se encontraban dos de sus hermanas y me ayudaron a hacer la misión más suave, le di muchas vueltas a cómo decirle, hasta que finalmente me decidí. Su cara fue de completa incredulidad, deje el tema de ese tamaño. Después de que se fueran sus hermanas, se acercó a mí y me pregunto, qué tan cierto era eso que le había dicho, le conté lo que él me había dicho y lo creyó sin dudar más. Me preguntó qué podía hacer para ayudarlo, le dije que esa noche él iría a visitarla, que así no pudiera verlo, él estaría ahí con ella para despedirse también.

Esa noche no podía dormir, hasta que escuché que alguien llegó corriendo a mi habitación, al girarme ahí estaba, le dije, entre, que lo están esperando y me quedé dormido. Al día siguiente mi abuela me dijo que ya había hablado con él, que lo había perdonado y le había pedido perdón por todo lo malo, que había sucedido pero que ella necesitaba que él ser fuera, que descansara para siempre, que no se preocupara por ella que ella podría seguir adelante. Me pidió que fuera a la funeraria a verlo, a ver si aún lo veía, yo fui y ya no lo vi más, solo sentí un abrazo y un Gracias en mi oído.

A esta fecha ella aún no cree del todo lo qué pasó, solo me agradece por haberla ayudado de alguna manera a despedirse de él.

Esta historia es con todo mi amor para él, con mi agradecimiento por haberla cuidado y haberla hecho feliz el tiempo que más pudo.

domingo, 25 de marzo de 2018

Juan José

Quiero contarles que siguió pasando en el apartamento después de que se fuera aquel joven, al lado de mi edificio había una construcción de dos pisos, que se estaba cayendo de lo vieja y que además estaba vacía, un día, después de un aguacero muy fuerte, la pared del segundo piso de esa construcción se derrumbó, por suerte no cayó en la calle, pero sí alertó a la alcaldía local, el actuar fue rápido y a los tres dias, se encontraba un carro de bomberos tumbando lo que quedaba de segundo piso. En la tarde de ese día, bajé para salir a dar una vuelta al Septimazo, cuando vi a un niño muy extraño sentado en la escalera del pasillo, su vestimenta no correspondía para nada con esta época, tenía una boina negra, un pantalón corto con tirantes, una camisa blanca con un moño en el cuello, medias largas y zapatos de charol, le pregunté su nombre y me dijo que se llamaba Juan José, le pregunté qué estaba haciendo ahí y me contó que vivía con otros, en un edificio y que un día ese edificio se cayó, todos se fueron y el quedó perdido, entonces entró a mi edificio.

Le pregunté por qué no se había ido, por qué no había seguido, y me dijo que sentía miedo, que sus papás se fueron y él quedó solo y no fue capaz de seguir, le pregunté si quería seguir, si quería irse y dijo que no, que estaba bien así.

Me pareció un Niño muy amable y tierno, le pregunté si conocía más del edificio, dijo que si, que conocía los apartamentos y sabía donde vivía yo. Le dije que cuando quisiera podía ir allá, eso si, sin molestar a nadie y me dijo algo sorprendente. Ya había intentado ir, pero mi gata, no le permitía entrar, le gruñía demasiado y lo atacaba, entonces que mejor así, solo le gustaba ir, para ver cómo se molestaba mi gata.

Lo vi muchas veces más, y luego me fui de ese edificio, he querido volver a verlo, pero no sé si aún esté ahí.

Es triste ver a un niño de la edad de él, quedarse atrapado en este plano, pero su resignación fue tal, que ya no quiso irse. Para Juan José, con todo el amor del mundo, donde se que estes, que seas feliz!

miércoles, 21 de marzo de 2018

Apartamento 501

Después de vivir en casa de estudiantes durante un año largo, conocí a alguien, nos hicimos amigos y pues fui a su casa muchas veces, su casa quedaba en un segundo piso en el barrio La Macarena de Bogotá, un sitio con una riqueza gastronómica envidiable; una noche, en su casa, al ver al espejo vi a un muchacho parado, mirándome desde los ventanales que daban a la calle, no pude determinar el gesto de su cara pero al girarme, no había nadie.

Bastante inquieto por lo que vi le pregunté con respecto a ese joven y me dijo que no era la primera persona que lo veía, que al parecer, en algún momento de su vida, este hombre se había "pegado" a él y desde entonces lo acompañaba.

Lo había visto su sobrina, en compañía de otra compañera, a quienes les había escondido las llaves y tumbaba los libros de la biblioteca. Lo vio su sobrino, a quien le cerro la puerta en la cara y lo vio su ex, durmiendo junto a la cama, acompañándolo y cuando llegaba tarde, lo veía durmiendo en su lado de la cama.

Por cuestiones económicas y para compartir gastos nos mudamos al mismo apartamento, en el centro de Bogotá, muy cerca del teatro Downtown Majestic, los primeros dos meses fueron tranquilos, hasta que una noche, llegando de trabajar, me acosté en mi cama, cuando escuche que alguien intentaba abrir la puerta de entrada del apartamento 501 de ese edificio, resulta que la puerta tenía juego, consistía en dos cerraduras, primero había que abrir la cerradura de abajo, empujar la puerta con el cuerpo mientras se abría la de arriba, pero yo escuchaba que metía y sacaba la llave, como si no pudiera abrir, asumí que era mi roommate, luego escuché que golpeo las sillas de madera y me pregunté si venia borracho o que, hasta que escuche como la mesa de centro del apartamento se movió por toda la sala, como si estuviera siendo arrastrada con mucha fuerza y violencia. Al salir de mi habitación, con las piernas temblando, todo estaba muy tranquilo, me acerqué a la nevera para tomar la llave del apartamento con el ánimo de salir un momento a tomar aire y una voz fría y de adulto se río en mi oído derecho, con una fuerza equivalente a la que había movido la mesa y lo único que pude hacer fue salir corriendo del apartamento.

No se en que momento mi valentía se perdió y lo único que pude hacer fue recurrir al ser espiritual mas fuerte que conocía, mi madre, quien me dijo que todo estaba bien, que me calmará y que le rezará a Dios. Me quede sentado en el primer piso esperando que llegara mi amigo y subimos juntos, todo estaba tranquilo.

Esa noche, después de contarle todo lo que había sucedido y estar mas calmado, cada uno se fue a dormir, pero no hubo descanso, pues me percate de que algo aruñaba las paredes por fuera y el techo. En este momento es pertinente contarles que vivía en el Quinto piso de un edifico que no tenia vecinos de mas de un piso, por lo tanto, las posibilidades de que fuera un vecino o un gato o un ratón eran prácticamente nulas.

Fueron varias noches prácticamente en vela, o al menos conciliaba el sueño muy tarde, esos rasguños en las paredes, no nos dejaron dormir. Una noche cansado de todo lo que estaba pasando, compre una veladora, la puse en un plato con agua, la dejé encendida e hice una oración al fuego para que iluminará cada espacio de la casa y expulsara las sombras de la misma, funcionó un par de noches.

Cierto domingo, estaba solo en el apartamento y entré a mi baño, cuando me cerraron la puerta de mi habitación con demasiada fuerza y la risa volvió, desesperado le grité que esa era mi casa, que en mi casa se seguían mis reglas y que no se le gustaba, se debía ir. Jamas volví a escuchar los rasguños en el techo, en las paredes, ni la risa. Y creo que nadie más lo volvió a ver acostado junto a mi amigo.

domingo, 18 de marzo de 2018

Cambio de ciudad, cambio de vida

Después de cumplir 18 años, me mude a la ciudad de Bogotá, para empezar a estudiar Dirección y Producción de Cine y Televisión, una noche, después de llegar de rumbear, entré a la casa de estudiantes donde vivía, mi habitación era en el tercer piso, frente a la escalera, al llegar al tercer piso, había un niño sentado en el último escalón, lo saludé muy normal y entré a mi habitación, encendí luces, salí nuevamente al baño, a lavarme los dientes y recordé que eran las 3 de la mañana, y me pregunté que haría un niño sentado a esa hora, en una casa, pensé que sería el hijo de la chica del segundo piso, pero aún así fue extraño para mi.

Al salir del baño, el niño seguía sentado en ese sitio, lo salude y le pregunte que quien era, que porque estaba ahí, solo me miro, sonrió, se levanto del escalón y bajo caminando al segundo piso, por supuesto lo seguí, intrigado por ver para donde iba y si, desapareció ante mis ojos.

Esa fue la primera de muchas veces que lo vi, era bastante juguetón, de hecho, mis compañeros de Universidad sabían de su existencia y me preguntaban por él, cierta noche iba a salir con unos amigos a dar una vuelta y uno de ellos estaba sentado en un sillón frente al baño, mientras yo me lavaba los dientes, me preguntó acerca del niño, si había vuelto a verlo o no, y lo vi, sentado en el brazo de la silla, junto a él, riéndose, le dije que estaba a su lado y se puso muy pálido, el niño y yo, solamente reíamos. 

Por alguna extraña razón siempre he tenido afinidad para los niños, en especial para sus espiritus.

Igual en mi habitación, en el closet de esa habitación, había una presencia también, que en las noches que dejaba el closet abierto no me dejaba dormir, pues hacia mucho ruido, como si le molestara mi presencia de alguna manera, pero si cerraba la puerta, dormíamos en paz. Si metía la mano al closet se sentía demasiado frío.

Hasta aquí sucedían cosas esporadicamente, después de haber empezado a estudiar artes escénicas, esas habilidades o la percepción se intensifico. 


viernes, 16 de marzo de 2018

El paso del tiempo

Con el transcurrir del tiempo, los terrores nocturnos se intensificaron, la sensación de que algo sucedería si salía al baño solo me convirtio en un cobarde, al punto de tener que despertar a mi hermano menor, para que me acompañara al baño.

Las sombras, los sonidos, las pesadillas no eran de todos los días, pero si sucedían en el momento menos pensado, no se si alguna vez tuve amigos imaginarios, no se lo he preguntado a mis padres, pero si me han contado que de niño soltaba lo que tuviera en la mano y salia corriendo y gritando que alguien venia por mi.

Ni siquiera podía jugar a las escondidas, porque al mínimo grito de "la mano peluda", por ejemplo, revelaba mi ubicación.

Fue hasta el año 2005, que nos mudamos nuevamente a Florencia, con mis padres y mis hermanos, que en aquella nueva casa, empezaron a suceder cosas.

Una noche, me encontraba hablando por teléfono hasta muy tarde, cuando vi a mi mamá ir a las habitaciones a revisar que sus hijitos estuvieran durmiendo, momentos después salió mi hermana de su habitación y regreso nuevamente, pero después de que mi hermana hubiese entrado a su habitación, una niña de cabello negro, sobre su cara, salió caminando muy veloz, como cuando adelantas una película y todos caminan muy rápido, ella salio del cuarto de mi hermana, y después volvió a pasar, con la misma velocidad, dirigiéndose a la puerta principal.

A pesar del impacto que me produjo, ya había empezado a perder el miedo sobre aquellas manifestaciones y me levante muy rápido de la cama para ver quien era y al salir, no había nadie.

Si les gustan las historias, pueden suscribirse por correo electrónico en el formulario que esta abajo y les llegaran las actualizaciones que suba al blog, perdonen la falta de estilo, pero imagino que iré puliendome a medida que vaya escribiendo mas.

Si tienen preguntas, también hay un formulario de contacto y si quieren y les gusta, pueden comentar, tal vez mas adelante me anime a subir vídeos, aún no lo sé.

jueves, 15 de marzo de 2018

Todo tiene un comienzo

Mi aventura empezó hace un poco mas de 10 años, cuando por primera vez tuve la oportunidad de enfrentarme a lo sobrenatural, y es que presenciar la muerte de una persona no es para nada fácil y lo hace más difícil, tener que ver a esa persona después de morir.
Pero antes de empezar con esta historia, quiero contarles algo de mi, mi nombre es David, tengo 27 años, estudié artes escénicas en la academia de actuación Otto E Mezzo de la ciudad de Bogotá, lugar donde sucedieron muchas cosas que luego contare, hijo primogénito de dos personas que se aman entrañablemente, hermano mayor de dos jóvenes maravillosos, amoroso y entregado a mi familia como nadie. Nacido en la ciudad de Florencia, Caquetá, un rinconcito de selva un poco olvidado por el Estado colombiano, criado en La Plata, Huila, cuna del folclor huilense, caqueteño de nacimiento y opita de corazón.
Actualmente me encuentro terminando mi pregrado de Derecho en la Universidad de la Amazonia, carrera que debo confesar, no es muy grata para mi, pero por vueltas de la vida, la estudie.
Ahora si a lo que vinimos, en el año 1999, me encontraba viajando con mi familia a disfrutar de un merecido fin de semana de descanso, cerca del municipio de Hobo, en el departamento del Huila, en una curva bastante pronunciada, nos encontramos con un accidente terrible, un automóvil (no me pregunten marcas ni nombres, porque no tengo claros esos recuerdos) estrellado contra el guardarrail de la carretera, completamente recogida su parte delantera y con un joven bañado en sangre detrás del volante.
Ese joven, a quien jamas podre olvidar, tenia su cabello negro, su piel era blanca y su edad, oscilaba entre unos 25 o 30 años, viajaba solo, desplazándose en el mismo sentido que viajábamos nosotros, mi familia al viajar en una camioneta de estaca, lo auxilio junto a las demás personas que se encontraban en el lugar, pero nadie noto, que ese joven se encontraba de pie junto a su automóvil, con sus ojos abiertos como platos y sin lograr entender porque no lo veían parado junto a su auto y aun mas, porque se encontraba dentro del mismo.
Punto del Accidente

Al parecer la única persona que pudo verlo fui yo, pues nuestras miradas se encontraron y rápidamente se acerco a mi, yo aún no entendía lo que sucedía del todo, solo atine a decirle que había muerto y que tenia que seguir, dejarse ir, sus ojos se llenaron de lágrimas y desapareció.
Esa primera aparición fue identificable, porque era un tanto traslucida y se iba volviendo transparente a medida que bajaba hacia las piernas. Esa fue la primera de muchas historias que empezaron a suceder de ahí en adelante, en un principio tuve mucho miedo, pero poco a poco fui aprendiendo a convivir con ese don.
Mas adelante les contare mas historias, suscribanse al blog y pregunten lo que quieran, estoy aquí para responder!